martes, 14 de agosto de 2012

Arríen las velas.



Hay un viejo proverbio oriental que reza: “Antes de salir a cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa”.

Llevo mucho tiempo sin escribir. Mucho tiempo lejos. Del blog, de casa. Del descanso. Me he sentado a pensar muchas veces frente a esta pantalla, pero también he estado lejos de sacar nada en claro.

Una vuelta. Dos... tres... Y he descubierto que no puedo salir a cambiar nada. Se han torcido demasiadas cosas, se han perdido demasiadas piezas. Y necesito sentarme a reconstruir.

En pocos días cumplo 24 años. Uno más. Uno menos. Cada vez pasan más rápido. La vida se hace más frenética, los cambios te sorprenden y no se dejan analizar. Cambian las cosas, te cambian a ti, y no te dejan darte cuenta. ¿Qué te está pasando, Burgués?

Que estás fallando. Que se te ha ido de las manos. Que decepcionas, y estas decepcionado. Eso pasa. Y que le echas la culpa a los años, a las circunstancias. Pero no. Tu eres el señor de tu destino. Tu eres el capitán de tu alma. Y eres tu el que fallas como amigo. El que tropiezas como persona. Eres tu quien hace daño.

Pero tu gobiernas la nave. A ti te toca encontrar el rumbo. Basta de desafiar al oleaje, sin timón ni timonel. Arríen las velas. Timón a la vía. Echen anclas. Pararemos aquí. Hasta nueva orden. Hasta encontrar el Norte. O el Sur. 

Basta de gobernar un barco cuando no sabes adonde quieres ir.